"LLUVIA DE HORMIGAS"
“No sé qué me pasa contigo”: eso fue lo que me dijo. Nada más entrar en su garito Beatriz tomó asiento junto a mi mesa y me lo soltó así, sin más, sin saludo previo, ni dos besos, ni nada. Se sentó a mi lado y mirándome a los ojos me dijo:
- No sé qué me pasa contigo.
- No entiendo... a qué te refieres – dije para darme tiempo.
- Primero, lo de incluirme en tu libro; luego, la nota que encontré en mi bolso... bufff... He de reconocer que al principio me pareciste un tío raro, un voayeaur de esos; pero hay algo en tu mirada, en tu forma de mirarme que... no sabría cómo explicártelo... me das miedo pero a la vez me... transmites... ternura... - me dijo titubeante, nerviosa.
- ¿Ternura?
- Nunca antes me había mirado alguien así, como tú lo haces. Es como si... me estuvieras desnudando con la mirada y yo, por mi parte, me dejara desnudar. Me haces sentir... distinta, Daniel.
- Te sientes 'distinta' porque no sabes en qué pienso mientras te miro.
- ¿Y en qué piensas?
- En tocarte pero sin tocarte. Tienes algo que no tienen las demás.
- ¿Y qué tengo?
- Miedo.
- ¿Miedo? - me dijo frunciendo las cejas.
- Eres guapa y lo sabes. Puedes tener a tus pies a cualquier hombre (a tu jefe, por ejemplo) cuando quieras y como quieras: sólo necesitas chasquear los dedos y ahí estará, comiendo de tu mano. Sabes que con tu belleza y tu temperamento puedes conseguir todo lo que te propongas, pero...
- ¿Pero?
- Pero nada de lo que te propones te llena. Nada de lo que eres capaz de conseguir chasqueando los dedos te llena: Te sientes princesa cuando sirves copas, o cuando besas al tío más guapo del garito, pero sapo cuando te miro, porque sabes que te estoy mirando por dentro, que no sólo me ciño a tus piernas o a tus tetas... y eso acojona, ¿verdad? Acojona que alguien se atreva a interpretar tus radiografías sin pedir nada a cambio, o al menos sin pedir lo mismo que te han pedido siempre los demás. Acojona que alguien escriba lo que cree que en realidad eres y te cambie el nombre para preservar tu anonimato y te quiera besar sólo con palabras y te quiera follar sólo con metáforas y te quiera encerrar para sí mismo y para siempre entre los putos barrotes de un puñado de páginas. Acojona ser de carne y ficción, cuando el resto es de carne y hueso.
- Vámonos de aquí.
- Estás trabajando...
- Vámonos.
Me agarró del brazo y me sacó con fuerza del garito. Tres esquinas después me detuvo en seco y me abrazó. Me abrazó con la fuerza de un ciclón. Con sus puños cerrados tras mi espalda.
Luego nos miramos durante quince horas (que parecieron segundos), y la besé. Nos besamos suave. Con prisa, pero suave.
Y entonces, en el mismo instante de aquel beso, comencé a sentir algo. Por primera vez, sentí algo. Como una lluvia de hormigas.
Por: Daniel Diaz (http://blogs.20minutos.es/nilibreniocupado/)
Comentarios
Muy bonito el relato ^^
Bsks!!